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🕯️ María Corina Machado: Una líder atrapada en su propio mito 💬

 De “arma secreta” a mito sin estrategia: cómo la oposición simbólica sustituyó la acción real por narrativa, fe y marketing político.

María Corina Machado

María Corina Machado dejó de ser una jugadora relevante en la política venezolana hace casi un año. Sin embargo, la poderosa maquinaria mediática que distorsiona la percepción y vende consensos como si fueran verdades absolutas ha logrado mantener su figura en el imaginario colectivo, como si aún estuviera al frente de una lucha que ya no lidera.

Su "arma secreta", las famosas actas, no fue más que un espectáculo ruidoso y vacío. Careció de estrategia, contexto jurídico y respaldo institucional. Era una bala de fogueo presentada como misil. Su equipo, incapaz de leer la realidad política con claridad, apostó por la espectacularidad sin tener cómo transformar esa narrativa en hechos tangibles.

Fue precisamente allí donde María Corina y su entorno quedaron fuera del tablero. Lo que vino después fue solo inercia: una especie de velorio extendido en múltiples capillas ardientes. En la mediática, con entrevistas, podcasts e influencers vendiendo humo; en la política, con actores secundarios como Marco Rubio o congresistas de Florida haciendo declaraciones sin consecuencias; y en la social, con discursos motivacionales que apelaban más a la emoción que a la razón.

Intentaron construir su figura como una versión moderna y femenina del Cid Campeador, pero olvidaron que Rodrigo Díaz de Vivar era un estratega y sabía ganar batallas reales. Aquí, en cambio, solo vimos una épica de cartón.

Ahora, con la renovación de la licencia de Chevron y la liberación de presos estadounidenses en el CECOT, queda claro que las negociaciones reales ocurren en otro plano, lejos del marketing opositor. Esas acciones diplomáticas son la lápida que sella el epitafio de un liderazgo que prometía mucho, pero cayó en la trampa de la improvisación, la grandilocuencia y la falta de lectura geopolítica.

Y ese epitafio no debe olvidar a quienes desde medios, redes y micrófonos jugaron a ser cómplices. Porque muchos periodistas e influencers contribuyeron a construir esta ilusión. Gracias a ellos, una parte importante de los venezolanos aún cree que las guacamayas liberan rehenes, que las actas electorales son armas políticas, y que el régimen está a punto de caer mientras en realidad se consolida más que nunca.

La política no es un acto de fe, ni un coaching motivacional. Es estrategia, inteligencia y ejecución. María Corina se convirtió en símbolo, pero no en solución. Y el país ya no puede seguir pagando el costo de mitos mal construidos.

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